sábado, 25 de septiembre de 2010

La noche antes del gran temblor



La noche antes del gran temblor, las nubes de azul marino se apiñaron contra el horizonte, confundidas con las siluetas de los montes y se hizo una gran oscuridad. Las hojas de los árboles temblaban levemente; el lago estaba calmo y traía sobre si rumores confusos de voces que parecían llegar desde la otra orilla. Jesús se acerco hasta el agua y se quedo escuchando un rato largo. Entonces regreso hasta nosotros que cocinábamos pescado y nos dijo:

-Esta noche será.

Todos quedamos cautivados por sus palabras, el aire se lleno de misterio, y pareció abrirse en el cielo una puerta desde donde bajaban ángeles que le hablaban al oído.

-Esta noche será- volvió a decir, mirando a cada uno de nosotros.

-Que pasará después de esta noche maestro?- se animó a preguntar Harum.

-Oigan bien lo que les digo, esta noche no pasará- dijo y apunto con su dedo a la tierra.

-Esta será la última noche. Un escalofrío recorrió nuestros cuerpos, y nos miramos con angustia y desesperación.

Se sentó junto a nosotros y alguien le sirvió un poco de pescado y pan. Comió en silencio cuando todos esperábamos que dijera algo más, que nos anunciara lo que sucedería.

-Por que me miran así? Acaso mis palabras no son suficientes? Sean capaces de oír por sí mismos, porque pronto llegará el día en que no estaré más; vean y oigan por ustedes mismos. Yo solo soy el alerta, el dedo que señala el infinito, el lucero de la mañana. Acaso no ven bajar ángeles del cielo? – dijo, y puso una mano sobre el hombro de Bilban, el sordo mudo que miraba el cielo desde hacia varias horas.

Quedamos en un gran silencio, porque sabíamos que no diría nada más. En el horizonte destellaron los primeros relámpagos, y se hizo un gran silencio preñado de misterios y apariciones, de voces que susurraban cosas incomprensibles. Nuestros ojos divisaban en los cielos una procesión infinita de ángeles que bajaban del cielo, cuando comenzó el gran temblor.

martes, 21 de septiembre de 2010

el evangelio segun Bacbacar




2.1 Despues de curar a un ciego, Jesus le dijo, vete, y no cuentes nada.
Pero antes de caer la tarde el ciego venia delante de una procesion agitada, pidiendo por mas y mas.

jesus subio a la barca y pidio que lo cruzaran hasta la otra orilla, lejos de la multitud.
cuando estuvo en Cafarnaum, se sento a la sombra de un arbol, y dijo:

-no me molesten, quiero estar en soledad, para hablar con mi Padre - y Bilban, el discipulo de Maqueronte le pregunto:

-maestro que es estar en soledad? - y Jesus le respondio:


-cuando consigas con tus preguntas, saber del sordo, lo que este oyo del mudo, lo sabrás.


Bilban se aparto consternado por las palabras del maestro, entristecido en lo profundo de su corazon.


Hirvio aceite y se lo hizo echar en los oidos, afilo su espada, y se hizo cortar la lengua.

Todo esto acontecio, antes de la llegada del gran temblor.

una piedra cae en el lago

foto: Martzi
Una piedra cae en el lago, y el lago se dobla, se repliega en su docilidad, se desmolda de sí, se adecua a la piedra y se hunde en su propio seno. Y así, lo hundido hace subir los rebordes del agua que contornean la piedra, y la bañan coronando su naufragio. Mas allá con su contagio, el impulso de la subida invade la vecindad; pero ya es un impulso deslucido, menor y ciego, un rumor oscuro, un sin saber qué ha sucedido, un perfume sin flor, sin la frescura ni el tormento de la realidad pura que lastima de verdad; solo un impulso ciego, cargado de matices y opacidades que ocultan ya, in crescendo, la plenitud primera. Así, disminuida la realidad se va desvaneciendo, y ya el levante es cada vez menor, se aplana, se apacigua el espíritu de rebelión infundido en la tranquilidad del agua, se serena, se amolda y se rellana, se distiende y se devuelve a su laxitud originaria.
Entonces, la piedra ha caído.

domingo, 19 de septiembre de 2010

conociendo a los Fravashis


Nadie es capaz de proyectar su vida, sino, mínimamente. Se proyectan los detalles, donde pondré la silla, donde pondré mi pie; pero la mayor parte del acontecer está librado a algo más, que se nos escapa, por inasible, por inconsciente, por incomodante, por amenazador, por atemorizante; por lo que sea.

En vías de simplificarlo todo, los modernos, confiamos, digamos, el 98% de nuestra vida a lo que conceptualizamos como rutina, admitiendo que se mezcle en ella, alguna pequeña invasión del azar. Montados sobre los rieles de esa rutina, viajamos mas o menos tranquilamente, entregados, mirando como por una ventanilla, los caminos que se nos aparecen, y los atajos que bifurcan el discurrir de nuestro acontecer.

Pero es difícil creer que ese simple y llano suceder sea todo lo que es el caso. La conciencia mínima de ese vacío cósmico, cósmico armonizador, es causa de angustias y desasosiego. No parece haber nada allí, solo un gran vacío rodeando todo ese devenir inexplicable; ninguna otra cosa, mas que una ciega necedad que lo gobierna todo.

Eso que duramente llamamos destino, y que fuimos deformando hasta el grado de volverlo negativo, quizás en otro tiempo, fue expresión de algo mas penetrante, mas santo, mas venerable, mas esencial y divino. Tal vez exista un algo que secretamente nos asiste, como la mano invisible que curva el zarcillo del sarmiento, y extiende las guías que delimitan el curso futuro de ramas y racimos. Pero quien esta dispuesto a admitirlo?

Existieron culturas, y existen, que intuyeron este enorme hueco, este enorme vacío que sostiene e inunda la vida, y creyeron percibir en el, la presencia de un misterioso ángel. No es justo ser tan frívolos, al punto de pensar que un ángel sea solo eso que aparece en algún cuadro renacentista, con plumas y alas. No todo lo que es diferente de cuanto conocemos y pensamos, tiene el destino irremediable de ser algo sencillo y estúpido (por el contrario, la experiencia dictamina sabiamente, que casi siempre es al revés).

Eugeni D’ors, nos recuerda que los antiguos persas visionaron a los secretos Fravashis, encargados de esbozar la fluida senda de los días, y de guiar invisiblemente el caer del agua en las cascadas, de dibujar las huellas ocultas del pájaro en el aire, y el impredecible ir y venir de la hormiga que se encuentra perdida; entramados en las fibras mismas del existir, ellos guían, invisible y secretamente, cada átomo, y cada ser de este mundo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

rădăcină pătrată de două şi trei

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Primero veo el 1, luego el 2, y el 3 … luego el -1, el
-2, y el cero sincero, que no tiene nada. Luego el ½ y el 1/3 y despues la rădăcină pătrată de două şi trei, y el famoso Pi … y cuando el bosque ya parece estar completo y no cabe nada mas entre la maraña de numeros apretados, viene el -1 corriendo, se saca los zapatos y me muestra sus dos patitas sucias y hermosas, y me dice entre secretos y susurros que puede caminar por el campo, y me confiesa, ya sin pudor, sonriendo con picardía, cómo, desde siempre ha estado escapandose por la ventana a la hora de la siesta, para ir a jugar al campo, y para buscar caracoles del arroyo.

da un salto y me dice: -mira! - y sale corriendo para el patio descalzo y se multiplica y divide y se radicaliza en muchos otros nuevos numeros para jugar y hacer rondas. ahora tengo todo un griterio de numeros danzando.

entre visiones tras visiones, que ascienden a grados superiores de inclusión y manifestación, el -1 se me acerca y me da un papelito, lo abro y leo:

-Hoy es tu 1.

busco con la mirada al -1 que se va corriendo ya, y se da vuelta y con sus manitas sucias me saluda y me grita: ne vedem curând visător!


lunes, 6 de septiembre de 2010

la cosa perdida


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comentario extraido de Barbara de Fiore Editora


La distopía es la imagen contrapuesta de la utopía. Mientras que el mundo utópico es representado como un orden racional y armónico, ubicado “afuera” y donde la realización del hombre es el ideal conseguido, la sociedad distópica es el resultado indeseable del progreso tecno-científico, la alienación y la consolidación de regímenes totalitarios. Este álbum juega con los motivos de la ficción distópica. Pero, a diferencia de lo habitual, la historia narrada es de una sincera y conmovedora ternura.

El australiano Shaun Tan ofrece un libro fascinante, cuidado hasta el detalle, en el que todo elemento tiene un sentido. Cada página es una hoja amarillenta con gráficos de maquinas o tablas, en la que se introduce el texto como un recorte escrito a máquina y donde las ilustraciones entremezclan la imagen hiperrealista con la representación caricaturesca de los personajes.

Así, la atmósfera futurista creada da muestra de la originalidad frente a la uniformidad, ofrece esperanzas en el entorno sombrío y gris.

Gustavo Puerta Leisse