sábado, 19 de junio de 2010

El mercader Jeremias Swagman

Silencio solo interrumpido por el ladrido lejano de un perro. Una pálida tiniebla inunda el cuarto; en lo alto, como catenarias fantasmales, las telas de araña se balancean conmovidas en la gelidez oscura por el murmullo quebrado y seco de las hojas de otoño.

Jeremías siente su cuerpo pesado, una involución se apodera de él, un detenimiento misterioso de la vida. Se levanta y camina.

Abierto sobre el escritorio, su cuaderno de notas deja entrever la ultima frase, escrita como un poema inconcluso, o quizá como una sentencia que le dictara la noche:

entre magnánimos misterios ,
la vida y la muerte,
supera a todo lo demás.

En su consumada locura, deambula de un lado al otro del cuarto con un pesado libro en manos; habla en voz alta como un actor que ensaya en un escenario vacío.

Las maderas crepitan en el fuego.


"Soy mercader, y trafico menudas baratijas entre éste, y el misterioso país. A cambio obtengo preciados botines repletos de visiones y acertijos, de signos y de símbolos que necesitan ser contemplados durante largas horas; símbolos que encierran enseñanzas que superan el entendimiento; enigmas jamas pensados o siquiera imaginados.

"Con avidez rescato de las tinieblas de ese caos fructífero, los libros no leídos, los lugares no vistos, los sucesos y los personajes aun increados .

El perro lo sigue con la mirada desde su cobija sucia; es su único espectador, sin contar a un sin fin de espíritus que lo espían desde las sombras que anima el fuego.

"Unos de mis últimos tesoros, es este viejo manuscrito, iluminado con escenas góticas de un mundo imposible, repleto de figuras míticas que se abren paso a cada pagina, y que esta escrito en la olvidada lengua de Odin, la que ya nadie puede leer, excepto en sueños.

"Un sortilegio protege los arcanos y solo permite al soñante creer en ellos, solo al soñante verlos.

"Un sortilegio mágico y oculto que abre los mundos enigmáticos solo a los hombres dormidos, a los que no rememoran.

"Esa trágica oposición, perfecta como inviolable, me dictan la certeza y la esperanza de que podré rescatarlo del Tártaro convertido en algo más que brumas o apenas destellos de la nada.

Los reflejos de la ventana, en el oscuro espejo de la noche, duplican la escena del cuarto, y de Swagman delirando. Las imágenes de lo irreal en lo irreal, son un desvanecimiento de luces apenas sostenido en el corazón del abismo; un átomo de efímera conciencia, en el infinito portal de la existencia.

"La infinidad de travesías me enseñaron la geografía y los mapas de ese mundo oscuro, que también son los del mito y la leyenda. En unos pueden verse los otros, como en espejos deformados. y su cartografía, aunque aun incomprendida, existe casi por completo.

"El manuscrito señala el preciso lugar donde corre el río, de cuyas dispares orillas se pueden beber, como en los principios, el conocimiento y la muerte, o la juventud y el olvido.

"Cada noche renueva la ansiedad y la certeza de que habré de llegar nuevamente hasta las mismas orillas decidido a beber, y que un espasmo paralizante me contendrá entre ambas margenes, justo a mitad
Justificar a ambos ladosdel camino como al asno de Buridan.

"El sueño me envuelve en sus enigmáticas redes, mi voz se apaga.

"Ya escucho el canto de la vida que fluye cristalina entre los juncales, ya presiento el hondo silencio y la contemplación de los abismos.

Jeremías cae sin fuerzas en el sillón, el libro se desliza entre sus manos dormidas dejando ver de plano sus hojas amarillas, completamente vacías...