domingo, 20 de febrero de 2011

El ovni de 老子



El ovni, apareció en el cielo sobrevolando los edificios y pude verlo desde el patio de la casona vieja; era un plano triangular y en sus vértices decía x y z, era de un color verde y celeste, con un suave contorno blanco, como esas bellas ilustraciones de los teoremas de Euclides. Se trasladaba uniformemente. Por un momento temí que se ocultaría tras las paredes que me cercenaban el cielo, cuando ví que el ovni dejaba caer objetos de colores, como pequeños globos aerostáticos que se balanceaban igual que péndulos de un reloj, mostrando que de ellos pendía algo pesado. Parecían pequeños paracaídas que se separaban más y más entre sí y estaban cada vez más cerca del suelo. Corrí hacia la escalera para subir al techo y antes de llegar, uno de ellos paso junto a mi y casi pude rozarlo con la punta de los dedos. Era un objeto complejamente articulado, algo como un cubo mágico extraterrestre. Ví estrellarse otro en el techo del vecino y corrí por él. Este había tenido menor suerte y estaba desmenuzado en muchas partes que no podía entender que eran, ni como estaban organizadas. Mi vecino Lao Tsu, que regenta un supermercado chino subió tras de mi, y se inició una discusión sobre los derechos de propiedad. Metió todo en una bolsa de supermercados y se perdió escaleras abajo. El ovni se había ido. no pude recuperar nada. Solo esta desazón mortal de ver lo imposible y no tener pruebas para dar.

El infinito supera al ser, y con él, el misterio, y la casi inmensa totalidad de lo más digno de que es capaz el espíritu humano.