domingo, 8 de agosto de 2010

El Sucucho del Enano


...a Don Pepe Pirro.



Me gustaría tener el alma dispierta, como la gallareta memoriosa, que siempre dencuentra su nido sin tener ninguna huella, y ansina, desandar los caminos de los recuerdos guacho, que nomás de nacer, en un santiamén cortan el umbligo, y salen al trotecito pa perderse en la niebla .


Pero igualito que a un mái, desgranau, seco y parejo, lo va dejando el tiempo a este viejo, desdentau, medio lelo y enyeno de olvidos.

Diaveces remando alucinau, cuando el sol ya es una brasa, se me da por dejar boyando los ojos perdidos en la lontananza.Y mirando el dirse lento que va quedando chiquito, de algún pajarito estraviau en el cielo; pienso que mesmo una pulga chucara se pierde en el rabo de un perro, igualito se hunde saltarín el riecuerdo en el lomo del tiempo.

ahura que paso por el arroyo colorau, el olor de los sauces, y el silbar de los patos, me traen un rimar sereno, que como olas me empujan la canoa envitandome a dentrar en la bruma de un sueño:

ricuerdo que bajando por churruarin, hacia el este, antes de encarar la lomada de los gitanos, bordeaba un arroyo mediau por cañas y barranquitas engañosas, medio flojas, que no se aguantaban ni un árbol. Lo sabían llamar, no sé decirle por qué, El arroyo de las Viejas.

Áy mesmo, en la esquina se sabía vender: pescau, mandarina, naranja y sándia; y medio cruzau, un poco a la derecha, se alzaba el almacén solitaria pintada color verde pasto. Muda vigía de la esquina osoleta, a un costau del trafago vano, ella oservaba el paso cansau de los parroquianos, que distraídos en la piadosa lentitu pueblerina, ya no alvertian el cartel cuarteau que anuncéaba su nombre estraordinario: el Sucucho del Enano.

Alguna que diotra vez, semejante letrario, supo sorprender a algún forastero
que intrigau y caviloso no se conformó con leer, y quiso dentrar pa ver
como vienia el asunto. Es sabido de más, que un entrerriano que se precie, amen de güen decidor, es como la lechuza noturna, oservador y curioso. Pa más, inventor de cuentos, y refranes, que aunque no son cien por cien verdades, son como el viento pal boyero, que sin mostrarle el ternero, le va arrimando sus berridos y ansina lo va guiando en la espesura pa dencontrar al becerro perdido.

pa serle sincero, a las verdades hay que dentrarle sin apuro, porque en eso siguro que uno se juega el pellejo; este viejo sabe por viejo, que las verdades, como las disgracia, nunca bailan solas. La pucha! Si más que hijas del criador, parecen hijas del maula: de la más güena a la más fiera, de la más chica a la más chueca, ninguna se pavonea sin armar alboroto. Sabe Dios a cuantos disgraciau desprevenido habrán mandau al potro las hijas de mandinga!

por eso el criollo esperimentau, que no es de atajarse los lanzazos, apriende con el tiempo a medir su pico, y sin mentir, pa poderlas decir, adorna sus verdades y las esajera un poco, no sea cuestión que sin saber, le de a probar giniebra a algún debilucho, y en vez de hacerle provecho, le queme el garguero y la jeta igualito que si hubiera tragau el pucho.

pa ser sabedor, primero hay que saber andar; y no con solo caminar se adentra de siguro en el grandor de lo cierto; mesmo que en un disierto, se pierde en su inmensida el inesperto, y cuanto más juerte lo escalda la luz, mas lo tienta el güelverse al abrigo escuro de la sombra fresca.

Por eso, la mayor de las veces, el paisano prifiere hacer amigos en el camino, y cosechar de las leguas sucedidos y relatos, y algún que diotro bolazo, que nunca faltan y siempre sobran, como las suegras metidas y las flores del campo.

Ricuerdo una güelta, al paso, lo que le pasó a un tal Lucido Bonete, oriundo de Crucecita Setima, que dentró al boliche, porque el camino le habia dau sed, y grande jue su sorpresa cuando sin ver a naides, escuchó una voz cavernosa como de un gigante, que le hablaba saliendo mesmo del mostrador. Julepe y medio se llevó Bonete, hasta que alvirtió la jugada, al ver cómo de un saltito, áy nomás el enano, se subía a un banquito pa atenderlo, apoyau con una mano en el canto, y con la otra meta darle lustre al mármol blanco.

El sucucho del enano es vierduleria, carnicería, panadería, y boliche con villar.
Yo no se de otro lugar atiendido por un enano, ni cual es el embrujo del nombre que le puso; pero que lo ilijio bien, lo ilijió. Ahura mesmo lo conoce tuito el mundo, hasta en los pago más lejanos.

El enano, sin circo, se hizo famoso, y pa mayore, se caso con una gringa linda y grandota. Le voy avisando con tiempo, pa que ataje la pelota, no sea que se le de por recular en ojota, y vaya a querer echarle un ojo a la esposa; el enano es como el chancho, celoso, y de mas asqueroso pa hacerse odiar. Mas de uno, no lo voy a engañar, salio rieculando mesmo así como dentró, inconciente, mariau y pa mejor, con un ojo en compota.

Por lo demás el enano es güen conversador y sabe preparar picadas y unos vermuses que ni le cuento.

Se hizo querer con el tiempo entre la paisanada el chiquito; y por ser trabajador, honesto y sincero, hoy todos le guardan respeto, y yo me saco el sombrero; que así debiera ser siempre paisano, sin que tenga que mediar el largor de la sombra, que al final, sea larga sea corta, eso es lo que de menos importa.

Eso diebe haber estado riflesionando también Bonete en el silencio de su alma, porque al salir medio picau del sucucho acomodandose en punta el sombrero, demientras ajustaba el apero al manchau, quizo dejar boyando los ojos en el ultimo celaje, que es el lugar del paisaje donde el gaucho mejor dencuentra los versos, y dijo, entre el humo del pucho, hablando bajito:

Cachilo o moraju,
hornero o caburé,
calandria o jilguero:
esta visto que tuitos
los pájaros del cielo
son güenos si se los julga
por lo hermoso de su canto.