
lo mismo que un átomo,
o una mónada que flota en la nada,
vi.
y vi
montada sobre una hoja seca
en el ábrego de marzo
el celaje gris del confín
el antiguo mar,
y sus prodigios.
de él me llegaban las ondas,
como un brillo ilusorio y lejano;
apenas el reflejo vago
y el pálido reverbero
del pulso infinito,
de la fuente oscura
del latir mudo
entonces,
en el divagar del alma ida
se replicaron la materia
el espiritu y la caida:
y vi el presente nacer,
el que nunca termina...