martes, 10 de agosto de 2010

Alquilo habitaciones

...para Martzi que me anima a escribir


La casa permanece cerrada desde hace años con un cartel diminuto, pintado con ansiedad temblorosa, cargada de premura por salir del lugar. El cartel esta colgando del pestillo semiabierto de la ventana gris. Algo torcido, en un ángulo inmutable, que desde que tengo memoria, no ha cambiado. Esa ventana parece cerrada desde el primer día. Dice sencillamente: alquilo habitaciones.


Recuerdo que esa casa había sido consultorio odontológico, y tenía una antesala muy linda con vidrios de colores con pequeños vitraux. Pero ahora desde fuera, la casa parece poseída por un espíritu de sombra y negrura, a pesar de su color gris claro.

Las casas en derredor, han seguido vivas y eso marca la diferencia. Al pasar por su frente, algo cambia irremediablemente, el tiempo es otro. Es la casa del pasado, allí se produce un extraño solapamiento de dimensiones, del tiempo y el espacio.

La casa esta ubicada sobre calle Churruarin, entre padre Grella y Ayacucho, y los fondos dan a la cancha del Club Patronato. A su costado hay una entrada que conduce hasta un tinglado en la parte posterior, que esta también totalmente desocupado.

La última persona que supe que vivió ahí fue un taxista estudiante de psicología, que no volví a ver nunca más.

Nadie en el barrio hablaba de esa casa, y todos parecen ignorarla, pero por lo bajo, miran con desconfianza cada vez que tienen que cruzar por ahí. Ni siquiera los gatos, ni los pájaros se adentran en el lugar.

El único relato serio que tenia hasta hoy al respecto provenía de un amigo de mi hermano, llamado Sebastian, que nos contó, que un día, recién pasada una tormenta, con nubes en el cielo escapando a gran velocidad, alrededor de las 23 horas, volvía de la universidad, y al cruzar por el frente de la casa, fue golpeado por una esfera de fuego o luz que salio de la puerta misma de la casa . Aterrorizado comenzó a correr y no se quedo para ver que era esa cosa.

Todo eran sospechas hasta hoy, cuando tentado al pasar por su frente me detuve a mirar la ventana con el pestillo apenas abierto. Abri la puertita del jardín de entrada, y me acerque mas para tratar de ver por el pequeño orificio . al acercar mi cara a la ventana, inmediatamente pude sentir el olor repugnante, y me detuve. Resabio del pasado, el olfato a pesar de haber disminuido su potencia, sigue siendo un modo de vigía que nos alerta cuando hay algo extraño. ese olor, era indescriptible. era el olor del vacío, de la humedad, del cementerio, de los espiritus de la muerte.

Me detuve electrizado. A mis espaldas sentí que se fugaban las cosas, que me abandonaban cobardemente y me dejaban solo e indefenso frente a la casa, las distancias se multiplicaron al infinito y quede a merced de eso, que estaba detrás de la ventana.

Mis pies y todo mi cuerpo quedo entumecido por el terror, quise gritar pero como en las pesadillas, me faltaba el aire. Ese lugar parecía atravesado por fuerzas magnéticas o gravitatorias que yo no entendía, mi peso se había multiplicado muchas veces, y mi respiración comenzaba a perder el control. En mi corazón rezaba y rogaba al dios que esa ventana no se abriera, que permaneciera cerrada, que dejara de temblar suavemente, como si alguien la empujara desde dentro.

El ruido del vaivén de los goznes de la ventana oxidada estaban a punto de hacerme perder la razón. Hasta que pude ver por el pestillo la forma de una mirada espantosa, fría, de otro mundo. grite, pero no pude oír mis gritos, mi garganta se cerraba cuando sentí la explosión y una de las celosías me golpeo en la frente. caí de espaldas semiconsciente. Sobre mi pecho vi elevarse la luz, una esfera semitransparente entre amarilla y blanca, y muy fría, helada, que se fue apartando lentamente de mi, al punto que sentía una angustia indescriptible, un desgarramiento cruel, silencioso pero esencial, un desdoblamiento desconocido, y una fascinación horrible por querer escapar de ese estado en que todo parecía hundirse a una velocidad vertiginosa, y a la vez estática.

Nada se movía, solo la luz que ya se perdía y me abandonaba para siempre.