martes, 21 de septiembre de 2010

una piedra cae en el lago

foto: Martzi
Una piedra cae en el lago, y el lago se dobla, se repliega en su docilidad, se desmolda de sí, se adecua a la piedra y se hunde en su propio seno. Y así, lo hundido hace subir los rebordes del agua que contornean la piedra, y la bañan coronando su naufragio. Mas allá con su contagio, el impulso de la subida invade la vecindad; pero ya es un impulso deslucido, menor y ciego, un rumor oscuro, un sin saber qué ha sucedido, un perfume sin flor, sin la frescura ni el tormento de la realidad pura que lastima de verdad; solo un impulso ciego, cargado de matices y opacidades que ocultan ya, in crescendo, la plenitud primera. Así, disminuida la realidad se va desvaneciendo, y ya el levante es cada vez menor, se aplana, se apacigua el espíritu de rebelión infundido en la tranquilidad del agua, se serena, se amolda y se rellana, se distiende y se devuelve a su laxitud originaria.
Entonces, la piedra ha caído.

No hay comentarios:

Publicar un comentario